El artículo titulado Del MNR a Evo Morales: disyunciones del Estado
Colonial, tiene varias aristas que me llevan a considerar una dura conclusión.
Pero empiezo por las aristas que son importantes. No cabe duda que la represión
a los indígenas del TIPNIS fue el error más grave, desde la perspectiva
ideológica de este gobierno, que cometió con uno de los aliados más importantes
del proceso: las tierras bajas organizadas. Y ese error se arrastra hasta
ahora, como un elemento no resuelto sino postergado. Más allá de ese elemento
importante, doña Silvia Rivera que vivió y comió de los proyectos rurales e
indígenas toda su vida, hasta pelearse muchas veces de manera vergonzosa y
públicamente, pues retrotrae históricas experiencias del movimientismo para
comparar y anexar a su vocabulario, utilizando la lamentable ruptura con
algunas comunidades el TIPNIS. Aquí conviene establecer algunos criterios
básicos, para que se entienda de mejor manera la complejidad de las teorías del
desarrollo, y de quiénes la defenestran o defienden. Todos desde el lugar que
ocupamos como intelectuales o militantes de cualquier causa estructural o
política.
En primer lugar debe quedar claramente establecido que el TIPNIS no es
una región “virgen”, como intencionalmente se mostró en muchos medios de
incomunicación. Personalmente conozco la región, y en ella la dura realidad le
muestra a uno facetas terriblemente contradictorias hasta crueles. Esos
hermanos, humanos como son, negocian con negociantes internacionales y
nacionales todo lo que tienen: cueros de muchos animales, madera, arroz y
cualquier producto que se pueda aprovechar. La corrupción es parte del
cotidiano vivir, en menor y mayor escala. La prostitución es un componente poco
considerado; pero parte de esas duras realidades. Como no la comercialización
de estupefacientes todavía en menor escala. Es decir, la pobreza humillante que
es herencia colonial y republicana, hace que dichos hermanos también sobrevivan
como puedan, incluido los elementos más sórdidos y corruptos que les sirve para
conseguir el pan de cada día. Y no son “angelitos” o santos ingredientes de
unas comunidades vírgenes y cuidadores de su medio ambiente. Esos elementos de
selvas vírgenes vienen más bien de instituciones, como ONGs, que trabajan en la
región. No tanto idea de los comunarios. Lo que no quiere decir que, como en
todas las comunidades, no tengan culturalmente aquellos componentes grupales de
cuidado del entorno, de su medio y su sobrevivencia.
Por supuesto que la enorme y compleja contradicción actual entre
DESARROLLO Y DESTRUCCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE, nos pone en la disyuntiva de qué
hacer. El llamado desarrollo es destrucción del medio ambiente, no hay otra
manera de desarrollar o progresar, es destruyendo el medio ambiente. Pero
muchas veces es un callejón sin salida cuando países como Bolivia necesitan
procesos de desarrollo, precisamente para lograr ciertos niveles de economía de
consumo o mejoras en la calidad de vida. Los países del norte industrial,
tuvieron que destruir el mundo entero, para otorgar alta calidad de vida a sus
poblaciones. Hoy ya no es posible y es insostenible ese progreso; aunque no hay
todavía alternativas gigantes. Nuestro país es uno de los más desvertebrados del
mundo. Es decir poco vertebrados en carreteras de buen nivel, con estándares
internacionales. Ese aspecto dificulta enormemente la comunicación y el
traslado de productos, para la comercialización y el desarrollo de regiones
enteras. Sin carreteras es imposible hablar de desarrollo y progreso. Es
imposible lograr mercados internos y circulación de mercancías. Es imposible
lograr articulaciones mercantiles y competencia comercial. Bolivia no puede
darse el lujo de no contar con carreteras para su mediano desarrollo. Todos los
países que han conquistado su desarrollo, han construido enormes carreteras y
ferrocarriles en primer lugar. Todavía hoy, Bolivia apenas tiene un 20% de
carreteras pavimentadas y en buen estado. Cuando los países vecinos ya llegan
al 70% de carreteras competitivas y pavimentadas. Incluso el enorme Brasil. Que
eso tiene muchas veces colaterales medio ambientales es cierto, es el riesgo. A
pesar de contar ahora con aspectos de cuidados del medio ambiente, los riesgos
siguen siendo fuertes.
La última consideración importante es política. Y retomo la contradicción
explicada brillantemente por la sociología alemana: lo real politik. Es decir,
una cosa es la política real; y otra la política ideal. Eso tiene que saberlo
la señora Rivera. Es socióloga. No estoy justificando ni diciendo que una cosa
es hablar y otra actuar. De ninguna manera. Sino que la complejidad de las
articulaciones políticas, muchas veces hacen que se tenga que actuar no
precisamente al pie de la letra de la política ideal: otra cosa es con
guitarra. Por ejemplo, he visto personalmente en Cochabamba que quiénes
apoyaban al TIPNIS, eran personalidades ligadas a la derecha y ultraderecha en
contra del MAS. No eran precisamente personan conscientes o solidarias con las
comunidades del TIPNIS, o motivadas por causas nobles y ecológicas. Lo hacían
por odio racista al MAS. Es decir, a la hora de enarbolar una causa debemos
tomar todos los aspectos o ingredientes claves que hacen a ese fenómeno. No
solamente un aspecto, por muy importante que sea, queda corto o malintencionado a la hora de las
conclusiones. En este caso la señora Rivera abstrae lo colonial solamente, sin
tomar en cuenta los demás elementos complejos, como también importantes.
En conclusión, pues no es novedad lo que dice la señora Rivera. Varios
intelectuales resentidos en unos casos, y en sectores de la oposición, hace
tiempo que señalan los mismos ingredientes comparativos entre el MNR y el MAS,
incluso hacen análisis forzados para que los parecidos sean realmente
“igualitos”. No encuentro mayores novedades o aportes al respecto, sino en el
tema colonial y su crítica a las élites gobernantes con su congénita inutilidad
en la conducción del Estado. Lo demás son consideraciones ya repetitivas desde
hace 5 años.
La Paz,
25 de agosto de 2014.
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