Max Murillo Mendoza.
En
la Ley Avelino Siñani: artículo 3 (Bases de la Educación), inciso 10. “Es
científica, técnica, tecnológica y artística, desarrollando los
conocimientos y saberes desde la cosmovisión de las culturas indígenas
originaria campesinas, comunidades interculturales y afro bolivianas, en
complementariedad con los saberes y conocimientos universales, para contribuir
al desarrollo integral de la sociedad.”
La música,
como un importante componente de la espiritualidad humana, es desde lo
educativo demasiado importante. No sólo como terapia o animación en muchos
procesos educativos, sino como elemento de la creatividad y la propuesta educativa
en experiencias de alto nivel. Es decir, la música en sí misma refleja no sólo
la realidad sino también la calidad de una sociedad, de un grupo humano y de un
proceso educativo. Personalmente he sido testigo de ese tipo de educación
(educado por jesuitas de vanguardia en la experiencia Juan 23 de Cbba.), cuando
en las mañanas nos despertaban con música clásica. O en muchos almuerzos nos
obligaban a escuchar música clásica. O nos explicaban las músicas de protesta
de aquellos años, de sus significados y sus trascendencias. Pues no cabe duda
sobre la importancia de la música en la educación.
Pero
también es importante que la música puede tener esa virtud de entender, por sus
melodías o sus características, a otras culturas: lo universal o lo plural.
Escuchar rokc o baladas de otras realidades, es una manera de entender otras
culturas, de escuchar la palabra de otras maneras de pensar la realidad. En
otras palabras: la educación en el conocimiento de la universalidad. De esa
manera aprendí con los jesuitas la música barroca, la música de la edad media,
etc. Al mismo tiempo viendo la historia de esas culturas. Definitivamente la
educación mediante la música puede tener efectos multiplicadores en los
conocimientos. En ese sentido, la combinación entre los conocimientos y las
artes puede tener resultados alentadores, que rebasen los mismos conocimientos
y lo espiritual.
Gran parte
de las culturas del mundo aportan con la música, como un elemento de
comunicación y transmisión de sus valores. En el caso de Bolivia, culturalmente
la música es el elemento probablemente más importante de exportación mundial de
lujo, y de alta calidad. Somos conocidos mundialmente por nuestras músicas y nuestras
vestimentas indígenas. Pues no exportamos intelectuales, porque no tenemos, no
exportamos tecnología porque no somos un país industrial. Y muy poco de agricultura porque ni siquiera
podemos competir con nuestros vecinos. Pero sí exportamos música y vestimentas
de calidad, de mucha calidad. Ese aspecto es importante a la hora de medir y
valorar (ventajas comparativas) las cualidades de nuestro país, que
lamentablemente se confunde y no se reconoce. Las llamadas clases altas del
país siguen soñando trasnochadamente con convertir al país en industrial
(fábricas, autos, componentes electrónicos, etc), para luego exportar. Bolivia
nunca será un país industrial y exportador en el sentido de las industrias de la
segunda y tercera revolución industrial. Hemos perdido esa batalla y esa
carrera hace muchos siglos, por culpa de quiénes han conducido al país de
manera inútil y torpe. Lo que sí podemos hacer, inteligentemente, es valorar
nuestras ventajas comparativas, nuestros valores agregados: quizás alimentos,
quizás electricidad por la cantidad de ríos que tenemos, quizás minerales raros
por la tradición. Es decir, ver y encontrar las potencialidades posibles, como
país. Y olvidarse completamente de esos sueños trasnochados y decimonónicos, de
que tenemos que convertirnos en potencia industrial. Esas ideas son realmente
tontas a estas alturas de la historia.
Bolivia,
tiene enormes potencialidades en la música y las artes, precisamente por la
riqueza cultural y social de las nacionalidades distintas. Se trata de ver
cómo, en el buen sentido, explotar hacia el mundo esas riquezas culturales. Ahí
hay notables condiciones que hay que trabajar a fondo: turismo, exportación de
artesanías, música, vestimentas y porque no tecnologías educativas ligadas a la
música y las artes. Las potencialidades de un país se miden reconociendo las
profundidades del país: el tipo de cultura, el tipo de arte y el tipo de
consumo. Eso es los tipos de culturas que tenemos y sus economías. No lo que se
hace desde siempre, que no nos han traído beneficios para nada: copiar modelos
ajenos a nuestras realidades. Esos modelos han fracasado porque no corresponden
a nuestras mentalidades. Hacer ciencia es mirar a nuestra casa propia. Y
descubrir las riquezas que tenemos.
El desafío
de Bolivia es: Cómo ser universales, siendo nosotros mismos. Es decir, si no nos reconocemos a
nosotros mismos, jamás podremos ser universales con identidad. Seguiremos
siendo como hasta ahora: simples imitadores de modelos ajenos.
La Paz, 17 de septiembre de 2014.
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