viernes, 22 de agosto de 2014

INTENCIONALIDADES DE LA LEY AVELINO SIÑANI

                                      INTENCIONALIDADES DE LA LEY AVELINO SIÑANI

                                                                                                       Max Murillo Mendoza.

Artículo 5.(Objetivos de la Educación)
2.Desarrollar una formación científica, técnica, tecnológica y productiva, a partir de saberes y conocimientos propios, fomentando la investigación vinculada a la cosmovisión y cultura de los pueblos, en complementariedad con los avances de la ciencia y la tecnología universal en todo el Sistema Educativo Plurinacional.

Toda ley y de cualquier ámbito y rubro, sea económico, productivo, social, educativo y otros, intenta responder a una determinada realidad. Las realidades son absolutamente distintas unas de otras, y eso ha sido constatado por las investigaciones más avanzadas en el mundo. En esa línea, la realidad boliviana tiene sus propias particularidades, sus propias complejidades históricas y sociológicas. A lo largo de la historia republicana, el llamado Estado Republicano lo único que hizo fue importar modelos extranjeros y ajenos a nuestras realidades. De manera torpe y tosca, intentaron imponer modelos extranjeros que jamás funcionaron, porque no eran diseñados para nuestras realidades. Sin embargo, eso no quiere decir que algunas experiencias sí fueron pequeños ejemplos para mejorar modelos educativos, que ayudaron en algo a mejorar nuestras realidades. Entonces, la presente ley no es precisamente un absoluto. Toda Ley es perfectible y en el tiempo se puede cambiar o mejorar.

Por otro lado, todas las leyes en el mundo son parte de un paquete ideológico y político, es decir una manera de ver y concebir la realidad. En países ricos y pobres tienen el mismo fenómeno político, por lo que no es malo en sí mismo si es que las intencionalidades responden a las demandas de las poblaciones. En ese sentido, otra vez, las leyes son perfectibles y en el tiempo, como nos muestra la historia, normalmente se cambian, se modifican y se mejoran. Ninguna ley se queda para siempre porque en la vida del hombre cambia todo: sus costumbres, sus visiones, sus maneras de vivir y morir. De manera que no debemos ver la presente ley educativa, como la biblia de lo que sucederá en estos años, sino simplemente un contexto y coyuntura para intentar mejorar los procesos educativos. Procesos educativos que dejan mucho que desear. A pesar de las mejorías notables en los últimos años, no son procesos competitivos ni siquiera con los procesos de países vecinos.

Más allá de las discusiones de los modelos y los esfuerzos del Estado y privados, el desafío presente es el de por fin crear estructuras propias, con modelos propios y con metodologías propias. La costumbre es la copia, el remedo y el plagio de todo lo que viene de afuera. Ahí, el grado de dependencia es terrible. Y el grado de mentalidad de mendigo: pedir todo afuera, sobre todo de los modelos gringos. Ese costumbrismo encarnado por el tipo de educación que hemos tenido, pues sigue siendo vigente. Mucha gente de clases media se escandaliza tontamente, al leer palabras como cosmovisión, o saberes propios de las culturas ancestrales. Porque su mentalidad responde al tipo de educación que ha recibido: dependiente de los modelos externos y extranjeros, ajenos a nuestras realidades. Modelos que han fracasado rotundamente en Bolivia, porque sencillamente fueron copiados y calcados de modelos extranjeros. Pero que en el imaginario citadino, esa ceguera no es evidente sino encubierta ideológicamente con las palabras de ciencia y tecnología.

Por otro lado, esas visiones supuestamente a favor de la ciencia tienen también la enfermedad mental de ver todo con los filtros de progreso y desarrollo. Palabras inventadas en las mismas coordenadas de las costumbres de copiar e imitar. Palabras traídas por la cooperación internacional, allá por los años 60 del anterior siglo, como modelos económico sociales que servirían supuestamente para sacarnos de la “pobreza”. Antropológicamente, para “civilizarnos” y educarnos en los cánones de la civilización occidental moderna. En definitiva, esos son los componentes esenciales de las mentalidades de la copia y la imitación extranjera. Felizmente, los mismos autores de esas importaciones reconocieron los fracasos de esos esfuerzos. A estas alturas, ya suena ridículo y atrasado seguir hablando de esos modelos de desarrollo y progreso. Con sus colaterales de ciencia y tecnología.

En el norte desarrollado de este mundo, hay movimientos científicos importantes para abandonar esos modelos “científicos y tecnológicos”, que sólo han llevado al mundo a la tragedia del cambio climático y la contaminación ambiental. Esos movimientos consideran crueles a los modelos de desarrollo. Que su imagen más sofisticada es la bomba atómica (física cuántica), y sólo sirve para matar a los humanos. Esa es la ciencia y la tecnología. Entonces dichos movimientos plantean abandonar totalmente los modelos actuales de ciencia y tecnología, e inventar otros modelos más humanos, que respondan a patrones de convivencia, no de acumulación ni destrucción del medio ambiente. Es decir, aquellos modelos supuestos adelantados ya no son adelantados, sino atrasados y crueles. Y copiarlos sería realmente la falta de crítica absoluta de esos modelos. Sería analfabetismo funcional moderno, que tenemos a borbotones en nuestras sociedades costumbristas de la copia y la imitación. Pues al referirnos a la Ley Educativa actual, deberíamos ponernos a pensar en términos propios y genuinos. La crítica es buena, la autocrítica también. Se trata de ponernos de acuerdo para ver si esta ley realmente responde a nuestras complejas realidades, o será otra vez un saludo a la bandera inservible, mientras las duras realidades seguirán extraviadas en el laberinto de la copia y la imitación. Y el laberinto de la pobreza y la marginación. Espero que no sea el caso.


                                                                                      La Paz, 21 de agosto de 2014.